Primer mes:
El primer mes puedes sentir cambios muy sutiles que se pueden confundir con síntomas premenstruales como congestión mamaria y sensación de peso en la pelvis.
En ocasiones puedes tener un cambio en tus sentidos del olfato y gusto prefiriendo u odiando olores o comidas que antes no lo hacías.
Tu sospecha más formal de embarazo ocurre con la ausencia de regla. Si esto ocurre, puedes realizar un test de embarazo o contactar a tu ginecólogo.
Es importante mencionar que en ocasiones un sangrado algo escaso y atípico puede ocurrir en un embarazo (sangrado de la implantación) en la fecha cercana a la esperada para la regla. Se diferencia de una regla justamente en ser diferente, habitualmente escasa y de color oscuro o café, en comparación con tu regla habitual.
Las náuseas y vómitos pueden aparecer hacia el final del primer mes para lo que debes fraccionar tus alimentos generando mayor número de comidas pero con menor volumen por vez; lo mismo ocurre con los líquidos. Si aún así las molestias empeoran, es bueno contactar a tu ginecólogo.
Tu hijo (a) está en su período inicial de embriogénesis que va desde el óvulo fecundado que se divide en múltiples células, las que se van especializando en formar cada tejido del cuerpo. Es un ciclo muy importante porque es aquí donde ocurre la mayoría de los problemas -muchas veces graves- en el desarrollo que lleven a una malformación.
Tu alimentación debe ser saludable y, cuando sepas de la posibilidad de embarazo, coméntalo con tu médico en caso de requerir algún fármaco. Lo mismo va en el consumo de alcohol y tabaco.
Desde el punto de vista médico, a las 5 semanas desde la última regla o tercera de embarazo real (por cuanto la fecundación suele ocurrir más o menos 14 días después de la regla) tu ginecólogo puede ver un saco adentro del útero por ecografía transvaginal. De todas formas al inicio se verá sólo el saco, sin embrión aún.
La visualización del embrión ya es posible desde el final de la semana 5, o el inicio de la semana 6, y los latidos del corazón visibles en la ecografía son habitualmente después de la semana 6.

Segundo mes:
Los síntomas previos pueden ser más evidentes, en especial la congestión mamaria que puede llegar a ser incómoda. Además, algunas mujeres comienzan con las desagradables náuseas y eventualmente vómitos, requiriendo disminuir el volumen de cada comida. Esto, pese a que pueden desarrollar un particular apetito por algunos alimentos que le son poco habituales.
El tubo digestivo puede, además, presentar algunas alteraciones como reflujo, distensión abdominal y constipación.
Para quienes no tengan síntomas digestivos deben tener precaución con el consumo de alimentos para evitar alzas de peso por sobre lo deseable.
Puedes sentirte resfriada por el cansancio general y las ganas de dormir, pero sin coriza ni tos.
Este mes es el período ideal para acudir a tu ginecólogo donde se confirmará el embarazo y te solicitará los exámenes habituales.
Tu guagua aún es un embrión que parte siendo de unos pocos milímetros a inicio de este ciclo, hasta unos 15 mm. El aspecto en la ecografía irá desde un punto blanco hasta un embrión donde se distinguen dos porciones, una que originara la cabeza y otra el resto del cuerpo donde destacan los latidos del corazón.

Tercer mes:
La congestión mamaria ya puede ser incómoda e incluso motivar a un cambio de sostén. Puedes ver algunos cambios en tu piel como pigmentación del pezón y aparición de unos puntitos llamados corpúsculos de Montgomery.
Además, puedes notar la pigmentación de la línea media infra umbilical denominada línea parda, así como mayor pigmentación de pecas y manchas en la piel. Puedes sentir un sutil aumento de volumen por sobre el pubis. En general, sentirás que la ropa te queda justa.
Luego de las doce semanas deja de ser un embrión para llamarse oficialmente feto. A esta fecha ya tiene clara forma humana reconocible con cabeza, extremidades, columna, etc.
Al final de este período corresponde la ecografía 11-14, una de las más importantes de todo el embarazo. Esta ecografía permite ver el riesgo de alteración de los cromosomas como síndrome de Down, anatomía de estructuras mayores y, en ocasiones, predicción de sexo.

Cuarto mes:
Ya comenzamos el segundo trimestre, para muchas el mejor período del embarazo. Aquí tienden a desaparecer las náuseas y síntomas poco específicos del primer trimestre.
Las mamas se “estabilizan”. Sin embargo, los cambios de pigmentación pueden ser más notorios. Puedes ver señales de vasodilatación, como pequeñas venitas en las mamas u otros signos como facilidad para el sangrado de nariz, en especial en verano.
Como el cuerpo ya se va modificando para tomar “forma de embarazo”, empezarás a tener más tejido adiposo en las caderas. Además, es posible que tu columna, en especial la región sacra, comience a molestar o, francamente, llegues a tener lumbago.
Como pasan las náuseas, debes tener cuidado con el peso que puede dispararse. Por mientras, aquí empieza a notarse un pequeño bultito sobre el pubis que es el útero que sale de la pelvis.
Tu hijo (a) ya mide unos 10 cm de cabeza a cola y se moverá libremente en la cavidad uterina. A esta altura sus órganos ya están formados y queda completar su desarrollo en crecimiento y maduración funcional hasta completar el embarazo.

Quinto mes:
El cambio más notorio es que ya no es posible dejar de percibir el aumento de volumen uterino que tiende a llegar cerca del ombligo o pasarlo. A las 20 semanas, las mamás primerizas tienden a sentir las hermosas primeras pataditas. Las ya expertas, pueden notarlo un poco antes, entre la semana 17 ó 18.
Los cambios fisiológicos del embarazo pueden ser más evidentes, por lo que puedes sentir un poco de retención de líquido con ligero edema de pies y menos en las manos.
Durante el segundo trimestre la presión arterial llega a su punto más bajo, por lo que es necesario tener precaución al realizar maniobras bruscas o de gran esfuerzo físico.
Tu vejiga será la primera perjudicada por el aumento de volumen uterino quedando comprimida. Con esto sentirás -con mayor frecuencia- ganas de ir al baño a orinar.
Al final de este período (22-24 semanas) ocurre habitualmente el segundo importante control ecográfico donde se puede confirmar el sexo (esto puede ser en realidad desde la semana 16-18), verificando que su anatomía esté bien y, así, realizar algunas predicciones de riesgo de problemas en el embarazo.
Al final de este período mide 20 cm aproximadamente y se cree que ya escucha. Algunos papás inician un plan de estimulación con música, o simplemente con hablarles.

Sexto mes:
La sintomatología es similar, pero con mayor volumen uterino. La piel abdominal la puedes sentir tirante por la distensión, por eso es bueno aplicar alguna crema hidratante.
Habitualmente ya usarás ropa de embarazada que te quede cómoda. Además, en este período empieza a cambiar el centro de gravedad de la madre, por lo que es bueno tener cuidado al caminar, mientras que esos maravillosos movimientos fetales pueden llegar a ser algo incómodos.
Puedes tener alguna disconformidad abdominal por compresión de otros órganos al crecer el útero. El reflujo es un síntoma frecuente.
Es posible que aparezcan algunas contracciones, habitualmente indoloras, denominadas de Braxton Hicks, que -de ser muy aisladas- son normales. Si son más frecuentes o intensas, debes contactarte con tu médico o ir a urgencia.
Como la vejiga queda aplastada por el útero, puedes sentir ganas de orinar frecuentemente. Eso sí, lo normal es que sea sin dolor ni urgencia, de lo contrario, debes consultar a tu médico.
Puede aparecer dolor tipo lumbago, por lo que debes buscar la posición más cómoda.
Tus mamas, que siguen creciendo, pueden presentar en ocasiones una secreción llamada calostro, que es un esbozo de leche. Esto se debe a que están en preparación para la lactancia. Hay que tener claro que su ausencia no implica que tu lactancia futura no resulte. Además, no se recomienda la estimulación rutinaria del pezón, pues se pueden generar algunas contracciones secundarias que, de ser frecuentes, pueden generar riesgo de parto prematuro.
Es posible que sientas suficiente edema (retención de líquido) en las piernas, por lo que debes estar pensando en cambiar de zapatos. Se recomienda usar unos cómodos y estables.
En general, luego de las 24 semanas, tu hijo (a) se considera “viable”. Es decir, tiene expectativas de sobrevida en caso de nacer. Desde luego a esta edad no es lo ideal, por lo que te debes seguir cuidando.
Su crecimiento será menos intenso en longitud, pero irá con gran velocidad aumentando de peso. Se estima en un promedio de ganancia de peso de 30 gramos por día. Sus órganos están madurando cada día para cumplir sus funciones al momento de nacer. Al final de este período (24 semanas) puede pesar un promedio de 750 gramos.

Séptimo mes de embarazo:
Este mes los cambios pueden ser más significativos, en especial la compresión abdominal de otros órganos por parte del útero.
Te sentirás más cansada y puedes tener alguna sensación de ahogo moderado, en especial al acostarte de espalda porque el útero comprime los grandes vasos, aorta y vena cava inferior. En general se recomienda recostarte de lado, es especial hacia el izquierdo, pues esto mejora la irrigación hacia el útero y facilita el retorno de sangre hacia tu corazón.
El pulso aumenta ligeramente y es frecuente sentir palpitaciones aisladas. Al caminar también puedes sentir un ligero ahogo porque a tus pulmones les cuesta expandirse por la compresión que genera el útero (desde el abdomen hacia arriba). Aprovecha de descansar cuanto sea posible.
Como siempre, mantén una dieta equilibrada evitando las ingestas excesivas y el ayuno prolongado. Puedes comer una colación entre las comidas y en caso que percibas que la comida oficial se atrasará.
Tu guagua se sigue desarrollando en maduración de órganos, especialmente el sistema nervioso. Tu ginecólogo vigilará que el crecimiento fetal esté de acurdo a los esperado.

Octavo mes de embarazo:
Aparecen contracciones algo más frecuentes (pero siempre aisladas) y en ocasiones con algún dolor.
El cansancio y la sensación de ahogo serán más frecuentes, así que nuevamente aprovecha de descansar en una posición cómoda.
Tu hijo (a) ya debiese estar de cabeza hacia abajo, posición denominada “cefálica”. Esto es normal y no quiere decir que vaya a nacer antes de tiempo.
Es posible que inicie sus primeras incursiones en la pelvis buscando el canal del parto, lo que genera algunas bruscas sensaciones de compresión rectal (ganas de ir al baño) y vesicales. Si aún está con la cabeza hacia arriba no te preocupes, algunos bebés se dan vuelta al final del embarazo.
El lumbago aparece con más frecuencia o se acentúa si estaba antes. En esta etapa estarás muy contenta si no has subido mucho de peso.
Cuando te acuestes es posible que ponerte de lado -con alguna almohada entre tus rodillas- te haga sentir más cómoda.
Tu hijo (a) cada día está más desarrollado y con piel más gruesa. A las 32-34 semanas pesa cerca de 2 a 2,4 kilos, por lo que -de nacer- tiene altas probabilidades que todo salga bien… pero aún es mejor esperar.
La compresión sobre plexos venosos en la pelvis puede hacer aparecer hemorroides, así que es fundamental una buena y saludable dieta rica en fibras.

Noveno mes de embarazo:
Felicidades, esta es la atapa final de este hermoso proceso. Los síntomas asociados a compresión pélvica de la cabeza fetal suelen aumentar y puede generar la sensación de dificultad para caminar.
Puedes tener algunos calambres, lo que es normal. Asegúrate de buscar una forma cómoda de dormir. Sigue descansando cuando sea posible.
La sensación de piel tirante irá en aumento, así que usa alguna crema hidratante. Pueden aparecer o molestar más las indeseables hemorroides, por lo que mantén la dieta rica en fibra. Si aparecen algunas várices es normal, usualmente desaparecen o disminuyen notoriamente luego del parto.
Cuando la cabeza baja hacia la pelvis puede percibirse una ligera disminución del volumen abdominal.
Cada día tu hijo (a) estará más maduro, en su piel, cerebro y pulmones. De nacer en forma espontánea, lo más probable es que sea perfecto. Asegúrate de tener un bolso listo en caso de tener que partir rumbo al parto.
Especialmente en las primigestas, puede eliminarse una secreción roja-rosada, algo gelatinosa, denominada tapón mucoso. Esta secreción viene del cuello uterino y cuando se enfrenta el primer nacimiento suele tener una relación de un par de días antes del inicio de trabajo de parto.
Si bien la ruptura de membranas (o bolsa) puede ocurrir antes, en esta fecha no es tan rara, de ser así, sentirás una pérdida de líquido claro por la vagina como si fuese orina, pero teniendo claro que no lo es. Este líquido puede tener olor similar al cloro. Si esto ocurre no te angusties, sólo debes contactar a tu equipo médico, tomar tu bolso y dirigirte tranquila a la clínica. Si se confirma el diagnóstico, se tomarán las medidas para que -por fin- nazca y conozcas a tu hijo (a).